Miranda Gandi

                                                                                                         Lo que puede el sentimiento

                                                                                                        no lo ha podido el saber

                                                                                                        ni el más claro proceder

                                                                                                        ni el más ancho pensamiento

Dos cosas se llevó Violeta a los cielos…

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En octubre 2017 se cumplen 100 años del nacimiento de Violeta Parra en octubre 1917, y 50 años y algunos meses de su muerte en febrero 1967.

Entre las conmemoraciones por diversos medios de comunicación, se escucha en una emisión radial la reflexión de una joven auditora: “No entiendo cómo una persona puede dar Gracias a la Vida y suicidarse a continuación…”.

Así, de buenas a primeras, pareciera haber cierta incoherencia entre ambos hechos: la creación de uno de los himnos a la vida más hermosos y mundialmente reconocidos, y el auto atentado a esa misma existencia que lo engendrara. No obstante, en la última estrofa ya la autora nos tiende una pista al decir Gracias a la vida que me ha dado tanto /Me ha dado la risa y me ha dado el llanto/Así yo distingo dicha de quebranto/Los dos materiales que forman mi canto/Y el canto de ustedes que es mi propio canto/Y el canto de todos que es mi propio canto.

Y es que la vida que se expresa en existencia humana sobre la Tierra, es eso: dichas y quebrantos. De todas las categorías imaginables. Puestas en la frágil balanza de la resistencia humana, inevitablemente aquélla se inclinará para algunos en una dirección favorable y para otros, acaso la gran mayoría,  caerá hasta azotar el suelo con el peso de la desdicha. Desdicha que lleva a Violeta directo y sin ambages a esa postrera blasfemia que es Maldigo del alto cielo… /………………. / Maldigo del bajo suelo………………. /… porque me aflige un dolor, /maldigo el vocablo amor /con toda su porquería, /¡cuánto será mi dolor! 

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Dos cosas se llevó Violeta a los cielos:

La una, ¡jamás la sabremos con certeza!: la causa última de su suicidio.

 ¿El amor frustrado?… ¿Falta de soporte económico?… ¿El reconocimiento escaso o poco explícito al genio y al talento excepcional?… ¿Precariedades materiales insalvables para una mujer sola?… ¿El ‘alejamiento’ o merecida  independencia de los hijos?…  ¿ Despojo del protagonismo en las nuevas tendencias del folclore y del conocimiento popular (digo ‘conocimiento’ puesto que el ‘favor’ popular, Violeta siempre lo tuvo cuando tuvo ocasión de llevar su canción al pueblo)?… ¿Incapacidad fisiológica para lidiar con ese desarreglo maldito que es la bipolaridad, en un desafortunado momento?… ¿Su carácter altivo e intolerante que le ganó el distanciamiento de amistades y admiradores que sí la apreciaron en ‘su’ tiempo?…

Es posible que la sumatoria misma de las causales enumeradas haya hecho explosión en el momento en que toma la fría y letalmente silenciosa determinación de llevar a cabo el acto de apretar el gatillo…

Pero, eso, Violeta se lo llevó

De la segunda, ¡habremos de lamentarnos por siempre jamás!, aunque tampoco la conoceremos: todo el potencial de su creatividad sin igual.

 Los poemas que no conocieron el papel, la música que no llegó al pentagrama ni a las cuerdas de la guitarra, los cuadros que no fueron pintados, la arpillera que su aguja no pinchó, la arcilla no modelada. Obras han quedado ahí, flotando en el espacio celeste, en espera de que algún poeta distraído, el artista que ha despegado los pies del suelo,  tropiece con ellas y las coja ¡así! ¡al vuelo! Pero antes de darles forma (cualquiera de las anteriores: poema, canción, cuadro, arpillera, escultura), ellas tendrán que pasar por el tamiz del pensamiento y el cedazo del corazón del nuevo creador. Aunque…, ¿cómo lo hubiese ‘cantado’ Violeta?

Eso, Ella se lo llevó.

Loncura, Quintero, diciembre de 2017

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Publicado en Revista del Círculo de Escritores de la V Región, Valparaíso, Nº 74-75 Año 40 Diciembre 2017

Presentada en Feria Internacional del Libro de Viña del Mar Nº 36, enero 2018